24/11/2024

La juventud revolucionaria de los dos Laredos

A finales del siglo XIX, el régimen instaurado por Porfirio Díaz había mostrado ya indicios de un declive que se tornaba cada vez más evidente por el ambiente de profundo descontento que surgió sobre la sociedad mexicana. A raíz de esta situación, comenzaron a surgir críticas y movimientos de las distintas partes de la población con la intención de protestar por las injusticias llevadas a cabo por el régimen. Los reclamos se centraron en atacar las concentraciones de poder en el aparato gubernamental mexicano, el acaparamiento de tierras, el exceso de capitales extranjeros en territorio nacional y la falta de libertades sociales que se habían difuminado conforme el régimen se perpetuaba en el poder.

Uno de los movimientos más emblemáticos producto de este descontento fue el movimiento antirreeleccionista de Francisco I. Madero. Este levantamiento se emprendió con el ideal de acabar con la permanencia de Díaz en el poder y establecer las bases para crear un Estado democrático. No obstante, el movimiento maderista de no reelección fue precedido por otros movimientos que tuvieron una fuerte influencia a nivel regional y que moldearon los grupos de oposición al régimen porfirista.

Tal es el caso de aquel movimiento que pretendía demandar el cumplimiento de los principios liberales establecidos por la Constitución de 1857 y que se materializó bajo el nombre del “Partido Liberal Mexicano”. Desde San Luis Potosí, Camilo Arriaga se dio a la tarea de organizar este movimiento haciendo un llamado a personas del sector educativo, periodístico e, incluso, militares que se abalanzaban por la restauración de los principios ya mencionados. A este movimiento se adhirieron personajes destacados que marcarían el rumbo de la revolución como los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón. A partir de sus declaraciones sobre la situación campesina y obrera y el cuestionamiento sobre las inversiones extranjeras a través del periódico capitalino Regeneración, los Flores Magón tornarían el Programa del Partido Liberal cada vez más radical hacía el régimen.

En el caso regional, tanto Nuevo Laredo como Laredo, Texas, fueron un bastión para la lucha ideológica y armada a favor de la resistencia al régimen. Uno de los primeros brotes opositores en la región fue la crítica que Ignacio Martínez, militar y antiguo compañero de Díaz, expresó sobre las injusticias de los poderes regionales a través de El Libre Pensador, periódico que Martínez editó en Laredo, Texas. Sin embargo, las miras del régimen sobre cualquier brote revolucionario que pudiera surgir se mantenían alerta. Martínez sostuvo vínculos con otros personajes con los que compartió aquella voluntad por rebelarse, tal es el caso de Catarino Garza, quien organizó un movimiento revolucionario junto con Martínez desde la frontera mexicoamericana. No obstante, esta rebelión fue sofocada por las autoridades locales y norteamericanas. Martínez acabó por ser asesinado en 1891 y Catarino Garza se exilió en Costa Rica donde murió en 1895.

La juventud revolucionaria de los dos Laredos

Por otro lado, los ideales del movimiento magonista ya mencionados, pronto se diseminarían por algunos sectores de la clase media y tuvieron una fuerte influencia regional que terminaría por formar agrupaciones opositoras al régimen. En el caso de los dos Laredos, una de las principales manifestaciones de esta resistencia fue el de los hermanos Genaro y Crescencio Villarreal Márquez, quienes a través de la divulgación sus ideas a través de su periódico 1810, buscaron la adhesión por parte de los trabajadores agrícolas y ferroviarios a un movimiento revolucionario desde el noreste. Empero, no llegaron a tener éxito alguno.

A pesar de que el movimiento magonista comenzaba a perder popularidad y su llamado a una lucha armada desalentó el interés de las clases medias, el Partido Liberal Mexicano mantuvo una influencia sobre algunos sectores. A finales del siglo XIX, la expansión ferroviaria y el aumento de la migración de personas coadyuvaría a un crecimiento demográfico acelerado en ambos Laredos. Aunado a esto, la frontera se convirtió en lugar de refugio para migrantes y exiliados mexicanos 3⁄4producto de las represiones del régimen3⁄4 por lo que la llegada y proliferación de nuevas ideas tuvo un impacto sobre la concientización de la situación política de México en la comunidad de los dos Laredos. La transmisión de nuevas ideas se hizo principalmente a través de los periódicos locales, los cuales ascendían a un total de quince para el año de 1900. Ejemplos de esto fueron los periódicos La Crónica y El Demócrata Fronterizo, los cuales pretendieron servir de espacio de opinión para las distintas posturas políticas.

De esta forma, al estallar la Revolución en 1910, la toma de conciencia sobre las ideas liberales en algunos sectores de la población de ambos Laredos 3⁄4sobre todo, aquellos que Leonor Villegas de Magnón “La Rebelde” describió como “jóvenes de acción ardiente”3⁄4 los llevó a formar asociaciones civiles y agrupaciones políticas en adyacentes al movimiento antirreeleccionista de Madero. Tal es el caso del Partido Democrático de Laredo —que anteriormente, en 1912, se llamó Partido Progresista— y el Club Liberal Antirreleccionista “Francisco I. Madero”.

El asesinato del presidente Madero en 1913 resultó en una vorágine política que alteró el rumbo del movimiento revolucionario. Victoriano Huerta asumió el poder después de un golpe militar y estableció una política con tendencias dictatoriales, por lo que agravó la resistencia armada. Desde Coahuila, surgió un caudillo que asumiría el mando de un nuevo movimiento antirreeleccionista: Venustiano Carranza y el Constitucionalismo.

La voluntad de los y las jóvenes de los dos Laredos pronto sería influenciada por el movimiento constitucionalista. Uno de los ejemplos más emblemáticos de esto fue la creación de la Cruz Blanca Constitucionalista por parte de Leonor Villegas de Magnón, Jovita Idar y decenas de mujeres que se unieron para auxiliar a los heridos durante las batallas entre el ejército federal y los revolucionarios. Los episodios violentos que tanto Nuevo Laredo y Laredo, Texas experimentaron a partir de esta coyuntura, serían consecuencia del anhelo incansable por establecer un país democrático bajo una constitución moderna.

La juventud revolucionaria de los dos Laredos